El SECRETO DE LAS PLANTAS PARA CONVERTIR LA LUZ EN COMBUSTIBLE
El aire que respiramos, lo que comemos o la
gasolina que quemamos para viajar o calentarnos. Le debemos todo a las plantas y al resto de organismos
fotosintéticos, pero si algo caracteriza a los humanos es el inconformismo.
Desde hace tiempo, hay equipos de científicos que tratan de
entender la
capacidad de los vegetales para transformar la luz del sol en energía química.
El objetivo es trucar el proceso responsable de esa proeza para lograr mejorar
su eficiencia y poder emplearlo como una nueva fuente de energía.
La fotosíntesis se produce en las membranas
de las células de las plantas. Allí, los fotones, las partículas que componen
la luz del sol, rompen las moléculas de agua adquirida por las plantas
liberando electrones y protones, otras partículas que a su vez provocan
reacciones que producen ATP y NADPH2, dos moléculas que sirven para almacenar
energía. Después, con el dióxido de carbono que las plantas absorben de la
atmósfera, forman hidratos de carbono en los que queda almacenada la energía.
Para comprender a fondo el mecanismo de la
fotosíntesis, que también desarrollan algas o bacterias, y poder manipularlo,
se ha tratado de conocer la estructura de los complejos de proteínas que la
llevan a cabo. Sin embargo, diferentes estudios con diferentes técnicas han
tenido como resultado distintas estructuras. Las discrepancias se deben a que
las técnicas de imagen por rayos X empleadas para indagar en estos complejos
los estarían dañando. La semana pasada, tal y como explicaron en la
revista Nature, investigadores de la Universidad de
Okayama, en Japón, emplearon un láser de electrones libres que les permitió
recoger la información sobre las estructuras de los complejos antes de
destruirlos.
Estos datos ayudarán a los investigadores
que trabajan para
aprovechar la capacidad de las plantas para acumular la energía del sol. Hasta
ahora, con una tecnología como la fotovoltaica se logra transformar alrededor
de un 10% de la energía que perciben del sol. Las plantas o algunas algas
pueden acumular en forma de carbohidratos hasta un 4% de la energía solar. Pese
a su ineficiencia, cuentan también con algunas ventajas sobre los paneles
solares, como la capacidad para almacenar la energía solar en sus propios
tejidos, un sistema más barato que las baterías.
Algunas de las desventajas de las plantas
frente a los paneles solares para aprovechar la energía proviene de que los
primeros pueden asimilar radiación de un espectro más amplio y a las segundas
solo les sirve la luz visible. Para mejorar esta capacidad de las plantas, los
científicos se plantean sustituir uno de sus dos sistemas responsables de la
fotosíntesis, que compiten por la misma parte del espectro de los rayos
solares, por el sistema de bacterias fotosintéticas capaces de absorber una
parte distinta del espectro solar.
Con mejoras como esta y la creación de
cultivos específicos para la producción de energía, se aprovecharían además
capacidades de las plantas que no poseen las células fotovoltaicas. Una de
ellas es la posibilidad de absorber CO2 y convertirlo en combustible liberando
en el camino oxígeno a la atmósfera.
En el camino para tratar de crear
biocombustibles mejorados, también se podrían mejorar los cultivos empleados
para la alimentación. En septiembre de este mismo año, un equipo de la Universidad Cornell
publicó en Nature sus trabajos para incrementar la
cantidad de alimento producido por las plantas. Su enfoque se centraba en la
rubisco, la encima responsable de transformar el CO2 en azúcares. Para mejorar la baja
eficiencia de esas proteínas en su trabajo, probaron a
introducir una versión
bacteriana en plantas de tabaco, que fueron capaces de producir azúcares más
rápido.
BBC
UK
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