miércoles, 27 de mayo de 2015

LA BIOTECNOLOGÍA AL ATAQUE DE DENGUE Y CHIKUNGUÑA






LA BIOTECNOLOGÍA AL ATAQUE DE DENGUE Y CHIKUNGUÑA

¿Es razonable seguir usando el obsoleto y peligroso método de regar insecticidas para “acabar” con el vector de la chikunguña y el dengue? O será más acertado recurrir a los logros de la ingeniería genética y su eficaz y seguro método de atacar al mal de raíz, es decir convirtiendo al vector, Aedes aegypti, en el verdugo de su propia especie.

Aedes aegypti


Rechazar de antemano la introducción de un mosquito transgénico basándose en argumentos vacíos es una irresponsabilidad enorme. Sucede en la Florida donde está comenzando una epidemia de dengue y chikunguña.

“No queremos ser conejillos de indias” dicen. “Aún no se ha aprobado su uso” añaden. Lo que se niegan a ver estas personas de Key West es que detrás de ese mosquito transgénico hay años de trabajo de laboratorio y que su eficacia y beneficios ya han sido probados en diversas regiones del mundo. Brasil el primero, seguido de Malasia, Las Islas Caimán, Panamá. Más de 70 millones de mosquitos han sido liberados en campos experimentales.

¿Qué tienen de diferente los habitantes de la Florida de los malayos o los brasileños? Si el mosquito transgénico no ha causado el menor daño en ellos, por qué habría de hacerlo en los floridanos.

El rechazo anticipado a incorporar cualquier producto de la biotecnología parece estar de moda en los países ricos. Campaña tras campaña, manifestación tras manifestación, incorporan cada vez más adeptos a las filas de los ataques furibundos a la ingeniería genética. Aunque si se trata de comprar la última versión de los aparatos electrónicos, esos mismos adeptos hacen fila, no para atacar sino para consumir. La idea tonta de que cuando se come un transgénico se está ingiriendo veneno (en la forma de ADN foráneo) se desbarata en el mismo instante de estarla pensando pues ya tenemos en nuestros cuerpos cantidades enormes de ese ADN y nosotros mismos somos transgénicos: al momento de la fecundación está entrando al óvulo un ADN extraño, tan extraño que el intento falla en el 50%.

El Aedes aegypti viajó del África a las Américas en el siglo XVII en una invasión que trajo con ella la fiebre amarilla. Además del dengue, la fiebre amarilla  y la chikunguña, transmite otras muchas enfermedades, casi todas ellas regadas por los trópicos. Eliminada la fiebre amarilla por la vacuna, el mosquito sigue transmitiendo la chikunguña y el dengue, enfermedades virales con una altísima capacidad de expansión en el mundo.
Ciclo Biológico

El mosquito fue erradicado de Estados Unidos por los métodos clásicos de control con insecticidas hace 50 años. Pero está volviendo a Hawai, Texas y Florida. La razón, el mosquito viaja sin ningún problema en llantas de automóviles y puede permanecer en estado de incubación por meses. Las llantas absorben el calor y almacenan agua de lluvia creando un nicho perfecto.

No hay vacuna ni cura para la chikunguña y el dengue. La única arma contra la enfermedad es envenenar a los insectos que transportan el virus, es decir regar insecticidas a diestra y siniestra, con el agravante de que muchos de ellos ya son resistentes. Paul Reiter, investigador de entomología médica en el Instituto Pasteur y uno de los expertos mundiales en el estudio de la biología de los mosquitos transmisores de enfermedades dice: “el daño causado es enorme. Y ninguno de los métodos usados hoy para combatirlos están funcionando. Ninguno”.

O tal vez si exista un método y eso es lo que se está haciendo en Brasil a manera de experimento, desde hace unos años, en una colaboración entre tres grupos de investigadores de igual número de instituciones: la Universidad de Sao Paulo, el Instituto Oxitec y el laboratorio Moscamed.  El Instituto Oxitec (Oxford Insect Technologies) es una compañía pequeña, salida de un departamento de zoología de la Universidad de Oxford. Bajo la dirección de zoólogo Luke Alphey, el instituto cambió su estrategia anterior, que era la de  irradiar a los machos de  Aedes para esterilizarlos, por la  de usar las nuevas tecnologías de la ingeniería genética.

El Aedes es un insecto con ciertas ventajas para el trabajo en el laboratorio. Las hembras, que son las que pican a los humanos y sacan la sangre necesaria para producir los huevos, tienen un tamaño mayor que el de los machos, lo cual facilita la necesaria separación, posterior al nacimiento de los adultos modificados, por sexo. Los huevos, del tamaño de un grano de sal son inyectados con jeringas que sólo son manipulables bajo el microscopio. Los huevos reciben dos genes: uno que contiene las instrucciones para fabricar una proteína que, en dosis normales mantiene el crecimiento sano de las células pero que a las dosis programadas en el laboratorio se vuelve letal, y otro que lleva un marcador fluorescente, indicador para los investigadores  de los mosquitos transgénicos.

Los huevos de los mosquitos modificados son alimentados con sangre de cabras hasta que llegan a adultos. Las hembras son eliminadas y los mosquitos modificados, estarán listos para hacer su trabajo: aparearse con hembras sin modificación (hembras silvestres) y pasarles el gen letal que las destruirá a ellas y a sus huevos. El laboratorio es capaz de producir millones de mosquitos transgénicos y llevarlos a muchos lugares donde dengue y chikunguña o bien son endémicos o están iniciando su invasión, como es el caso de Key West, en la Florida.

En la ciencia, ningún ensayo está exento de errores. Pero los que se le pueden señalar al del mosquito modificado no tienen mayor fundamento. Eliminar una especie puede traer consecuencias graves para la cadena alimenticia dicen algunos. Lo que no tienen en cuenta es que Aedes es un bicho particular. No es parte esencial de la dieta de otros animales, no modifica y airea el suelo como lo hacen las hormigas, no poliniza como las abejas y no tiene otro propósito que reproducirse sin oficio ni beneficio. “Si alguna vez logramos eliminar a Aedes aegypti, o incluso a todos los mosquitos, el mundo no los echará de menos y otros insectos rápidamente llenarán su nicho ecológico, si es que lo tienen” ha escrito el zoólogo Andrew Spielman.


La alarma de la posibilidad de que una hembra que lleva en sus entrañas el gen letal pueda escaparse del laboratorio y picar a alguien y causarle daños inimaginables, se extingue por el simple hecho de que la proteína letal para Aedes no llega a las glándulas salivares de la hembra y porque se ha demostrado que la proteína es inocua en humanos.

Si el Aedes es un mal bicho que sólo hace tanto daño y que encima se puede reproducir en la tapa de una botella, qué mejor poder deshacerse de él usando la biotecnología, que elimina el uso de los dañinos pesticidas y abarata los costos de manera considerable. La decisión la deben tomar los gobernantes de las regiones afectadas. Para ello sólo se necesita abrirle la puerta a la biotecnología y cerrarla a los siempre inoperantes comités.

 Referencias  Science

@RdzgCarlos

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