LA BIOTECNOLOGÍA
AL ATAQUE DE DENGUE Y CHIKUNGUÑA
¿Es razonable seguir usando el obsoleto y peligroso
método de regar insecticidas para “acabar” con el vector de la chikunguña y el
dengue? O será más acertado recurrir a los logros de la ingeniería genética y
su eficaz y seguro método de atacar al mal de raíz, es decir convirtiendo al
vector, Aedes aegypti, en el verdugo de su propia especie.
Aedes aegypti |
Rechazar de antemano la introducción de un mosquito
transgénico basándose en argumentos vacíos es una irresponsabilidad enorme.
Sucede en la Florida
donde está comenzando una epidemia de dengue y chikunguña.
“No queremos ser conejillos de indias” dicen. “Aún
no se ha aprobado su uso” añaden. Lo que se niegan a ver estas personas de Key
West es que detrás de ese mosquito transgénico hay años de trabajo de
laboratorio y que su eficacia y beneficios ya han sido probados en diversas
regiones del mundo. Brasil el primero, seguido de Malasia, Las Islas Caimán,
Panamá. Más de 70 millones de mosquitos han sido liberados en campos
experimentales.
¿Qué tienen de diferente los habitantes de la Florida de los malayos o
los brasileños? Si el mosquito transgénico no ha causado el menor daño en
ellos, por qué habría de hacerlo en los floridanos.
El rechazo anticipado a incorporar cualquier
producto de la biotecnología parece estar de moda en los países ricos. Campaña
tras campaña, manifestación tras manifestación, incorporan cada vez más adeptos
a las filas de los ataques furibundos a la ingeniería genética. Aunque si se
trata de comprar la última versión de los aparatos electrónicos, esos mismos
adeptos hacen fila, no para atacar sino para consumir. La idea tonta de que
cuando se come un transgénico se está ingiriendo veneno (en la forma de ADN
foráneo) se desbarata en el mismo instante de estarla pensando pues ya tenemos
en nuestros cuerpos cantidades enormes de ese ADN y nosotros mismos somos
transgénicos: al momento de la fecundación está entrando al óvulo un ADN
extraño, tan extraño que el intento falla en el 50%.
El Aedes
aegypti viajó del África a
las Américas en el siglo XVII en una invasión que trajo con ella la fiebre
amarilla. Además del dengue, la fiebre amarilla y la chikunguña, transmite otras
muchas enfermedades, casi todas ellas regadas por los trópicos. Eliminada la
fiebre amarilla por la vacuna, el mosquito sigue transmitiendo la chikunguña y
el dengue, enfermedades virales con una altísima capacidad de expansión en el
mundo.
Ciclo Biológico |
El mosquito fue erradicado de Estados Unidos por los
métodos clásicos de control con insecticidas hace 50 años. Pero está volviendo
a Hawai, Texas y Florida. La razón, el mosquito viaja sin ningún problema en
llantas de automóviles y puede permanecer en estado de incubación por meses.
Las llantas absorben el calor y almacenan agua de lluvia creando un nicho
perfecto.
No hay vacuna ni cura para la chikunguña y el
dengue. La única arma contra la enfermedad es envenenar a los insectos que
transportan el virus, es decir regar insecticidas a diestra y siniestra, con el
agravante de que muchos de ellos ya son resistentes. Paul Reiter, investigador
de entomología médica en el Instituto Pasteur y uno de los expertos mundiales
en el estudio de la biología de los mosquitos transmisores de enfermedades
dice: “el daño causado es enorme. Y ninguno de los métodos usados hoy para
combatirlos están funcionando. Ninguno”.
O tal vez si exista un método y eso es lo que se
está haciendo en Brasil a manera de experimento, desde hace unos años, en una
colaboración entre tres grupos de investigadores de igual número de
instituciones: la
Universidad de Sao Paulo, el Instituto Oxitec y el
laboratorio Moscamed. El Instituto Oxitec (Oxford Insect Technologies) es
una compañía pequeña, salida de un departamento de zoología de la Universidad de Oxford.
Bajo la dirección de zoólogo Luke Alphey, el instituto cambió su estrategia
anterior, que era la de irradiar
a los machos de Aedes para esterilizarlos, por la
de usar las nuevas tecnologías de la ingeniería genética.
El Aedes es un insecto con ciertas
ventajas para el trabajo en el laboratorio. Las hembras, que son las que pican
a los humanos y sacan la sangre necesaria para producir los huevos, tienen un
tamaño mayor que el de los machos, lo cual facilita la necesaria separación,
posterior al nacimiento de los adultos modificados, por sexo. Los huevos, del
tamaño de un grano de sal son inyectados con jeringas que sólo son manipulables
bajo el microscopio. Los huevos reciben dos genes: uno que contiene las
instrucciones para fabricar una proteína que, en dosis normales mantiene el
crecimiento sano de las células pero que a las dosis programadas en el
laboratorio se vuelve letal, y otro que lleva un marcador fluorescente, indicador
para los investigadores de los mosquitos transgénicos.
Los huevos de los mosquitos modificados son
alimentados con sangre de cabras hasta que llegan a adultos. Las hembras son
eliminadas y los mosquitos modificados, estarán listos para hacer su trabajo:
aparearse con hembras sin modificación (hembras silvestres) y pasarles el gen
letal que las destruirá a ellas y a sus huevos. El laboratorio es capaz de
producir millones de mosquitos transgénicos y llevarlos a muchos lugares donde
dengue y chikunguña o bien son endémicos o están iniciando su invasión, como es
el caso de Key West, en la
Florida.
En la ciencia, ningún ensayo está exento de errores.
Pero los que se le pueden señalar al del mosquito modificado no tienen mayor
fundamento. Eliminar una especie puede traer consecuencias graves para la
cadena alimenticia dicen algunos. Lo que no tienen en cuenta es que Aedes es
un bicho particular. No es parte esencial de la dieta de otros animales, no
modifica y airea el suelo como lo hacen las hormigas, no poliniza como las
abejas y no tiene otro propósito que reproducirse sin oficio ni beneficio. “Si
alguna vez logramos eliminar a Aedes aegypti, o incluso a todos los
mosquitos, el mundo no los echará de menos y otros insectos rápidamente
llenarán su nicho ecológico, si es que lo tienen” ha escrito el zoólogo Andrew
Spielman.
La alarma de la posibilidad de que una hembra que
lleva en sus entrañas el gen letal pueda escaparse del laboratorio y picar a
alguien y causarle daños inimaginables, se extingue por el simple hecho de que
la proteína letal para Aedes no llega a las glándulas
salivares de la hembra y porque se ha demostrado que la proteína es inocua en
humanos.
Si el Aedes es un mal bicho que sólo hace
tanto daño y que encima se puede reproducir en la tapa de una botella, qué
mejor poder deshacerse de él usando la biotecnología, que elimina el uso de los
dañinos pesticidas y abarata los costos de manera considerable. La decisión la
deben tomar los gobernantes de las regiones afectadas. Para ello sólo se necesita
abrirle la puerta a la biotecnología y cerrarla a los siempre inoperantes
comités.
Referencias Science
@RdzgCarlos
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