OPTOGENÉTICA
El cerebro y su estimulación selectiva
El
cerebro es el órgano más complejo y representa la última frontera del
conocimiento. En el humano está conformado por 85 mil millones de células
gliales y más de 86 mil millones de neuronas1; estas
últimas están selectivamente conectadas entre sí, formando un gran conectoma
funcional de ensambles neuronales, de cuya actividad eléctrica emergen todas
las funciones cerebrales, desde el caminar hasta la conciencia misma.
Enfermedades tan comunes como el Parkinson, el Alzheimer, la esquizofrenia y
diversas adicciones, tienen su origen en disfunciones cerebrales. Por tal
motivo, el estudio del funcionamiento del cerebro es fundamental para entender
las causas de éstas y otras enfermedades, para comprender quiénes somos como
especie humana y qué es lo que nos hace únicos como personas.
Las neuronas llevan a
cabo su función a través de la generación de potenciales de acción, los cuales
son la vía fundamental de transmisión de códigos neurales. La generación y
propagación de los potenciales de acción requiere de la entrada de iones de
sodio para despolarizar la membrana, seguida de una salida de iones de potasio
para restablecer el potencial de membrana al repolarizarla. Para llevar a cabo
la entrada y salida de iones es necesaria la participación de canales iónicos
sensibles a voltaje que permiten la entrada de iones al interior de la neurona
y a través de bombas que los transporten en contra de su gradiente
electroquímico. Sin embargo, las neuronas no funcionan por sí solas, requieren
de la activación conjunta de ensambles neuronales.
Para
entender el funcionamiento de los circuitos neuronales es necesario poder
activar o inhibir, con precisión temporal de milisegundo, a un grupo específico
de neuronas con una función similar (e.g.
a las neuronas relacionadas a la alimentación), sin afectar a otras neuronas
encargadas de otras funciones (e.g. el control motor), las cuales pueden
estar espacialmente entremezcladas. El control de la actividad neuronal de
forma selectiva ha sido el reto tecnológico más importante y el sueño de muchos
neurocientíficos. En la última década hemos sido testigos de grandes avances en
el entendimiento del funcionamiento del cerebro; sin embargo, estos logros han
sido limitados debido a la organización tan compleja del mismo. El cerebro
contiene varios cientos de tipos distintos de neuronas (Figura 1A) que
están entremezcladas entre sí, de tal forma que si estimulamos una región del
cerebro con un microelectrodo, afectamos indiscriminadamente la actividad de
diversos grupos neuronales que se localizan en el tejido2, trayendo
como consecuencia efectos secundarios indeseados. De igual forma, los
tratamientos farmacológicos no nos ofrecen ni control tejido específico, ni
control temporal3. Para
resolver este problema se ha desarrollado una técnica de vanguardia llamada
optogenética4. Cuando
se activa un circuito neuronal de forma específica, nos permite demostrar si la
actividad de esas neuronas es suficiente para generar una conducta, mientras
que al inactivarlas se puede demostrar si su actividad es necesaria para
generar una conducta determinada.
¿Qué es la optogenética?
La
optogenética combina métodos ópticos (e.g.
destellos de luz provenientes de un láser o un LED) con métodos genéticos para
transferir a un grupo específico de neuronas el cDNA que codifica proteínas de
origen microbiano sensibles a la luz (llamadas opsinas)4-7. Ésta
es una tecnología de vanguardia que inició su desarrollo en el 2005 por el Dr.
Karl Deisseroth8 de la Universidad de
Stanford; en el 2010 la revista Nature Methods lo
nombró el método más importante del año9.
Las
bases de la optogenética se encuentran en el estudio de un organismo
unicelular, el alga Chlamydomonas reinhardtii,
(Figura 1B) y su
capacidad para moverse hacia una fuente de luz. Los doctores Peter Hegemann, el
Dr. Georg Nagel, y el Dr. Ernst Bamberg, descubrieron una proteína llamada
Channelrodopsina 2 (ChR2) de la cual esta alga se vale para desplazarse hacia
la luz10. Ante la
estimulación con una luz de 473nm (luz azul), el ChR2 se abre permitiendo el
paso de iones a través del gradiente electroquímico de la célula
(H+>Na+>K+>Ca+) (Figura 1C)8. Pocos
años después del descubrimiento de la
ChR 2, el profesor Dr. Karl Deisseroth utilizó métodos de
ingeniería genética y, con ayuda de promotores específicos, introdujo el gen de
ChR2 en neuronas de roedores (Figura 1D), dado
que de forma normal las neuronas no lo expresan; así que sólo las neuronas
modificadas genéticamente pueden expresar el canal ChR2 por sí mismas. Después
de 2 meses las neuronas expresaron niveles suficientes de ChR2 en el soma y
dendritas (Figura 1E) para
permitir que un simple pulso de luz azul, dirigido a través de una fibra
óptica, abra el ChR2 y permita la entrada de Na+ al interior de la neurona,
produciendo una despolarización del potencial de membrana y un potencial de
acción (Figura 1F) sin
afectar a las neuronas que se encuentran en el entorno y que no expresan el
ChR2, ya que éstas no son sensibles al haz luminoso. Es decir, cuando el ChR2
se expresa en la membrana neuronal, éste puede literalmente transformar pulsos
de luz en cambios en el potencial de membrana, desencadenando la generación de
impulsos eléctricos o potenciales de acción8,11.
La optogenética permite manipular la actividad de las
neuronas con una precisión temporal de milisegundo gracias a la aplicación
controlada de destellos luminosos y a la rápida cinética de
activación-inactivación del ChR2. Para poder controlar la actividad neuronal es
necesario que las neuronas expresen en toda su membrana el canal ChR2 y para
lograrlo se utilizan sistemas lentivirales o adenovirales con la capacidad de
infectar e incorporar el material genético necesario para que las neuronas
expresen dicho canal6 o bien, utilizar animales transgénicos
que expresen constitutivamente a las opsinas como parte de su genoma12,13. El
canal rodopsina 2 se puede expresar en niveles altos sin que afecte la
viabilidad o fertilidad de los animales y sin perturbar de manera significativa
las propiedades biofísicas de las neuronas. El ratón transgénico Thy-1::ChR2
expresa constitutivamente la ChR 2
principalmente en neuronas glutamatérgicas de corteza y la activación
optogenética de las neuronas de la corteza motora de este ratón
sorprendentemente induce locomoción11.
Las
herramientas de optogenetica pueden clasificarse en dos grandes categorías: los
canales sensibles a la luz8, que
inducen despolarización de la neurona, y una segunda clase que hiperpolariza a
la neurona5. Estas
opsinas son componentes únicos (no requieren de la adición de cofactores)
sensibles a la luz, ya sean canales permeables a iones (e.g. ChR2)
o bombas de aniones (NpHR) con cinéticas de activación-inactivación en el rango
de milisegundo14. Para
lograr la activación es necesario introducir a las neuronas el canal permeable
a iones Channelrhodopsin-2 (ChR2), mientras que para silenciar la actividad
neuronal se logra mediante la inserción de un gen de una halorodopsina la cual
codifica para una bomba de Cl-. La halorodpsina más utilizada es la NpHR y proviene del alga Natronomonas
pharaonis, que al ser estimulada -en esta ocasión con luz amarilla-
permite el paso de Cl- al interior de la neurona logrando hiperpolarizarla,
inhibiendo así su actividad15. De tal
forma que el uso en conjunto de ChR2 y NpHR permite un control bidireccional de
la actividad neuronal.
Aplicaciones futuras y presentes de la optogenética
La
mayor aportación de la optogenética es, por supuesto, científica, ya que
permite determinar el efecto causal y funcional entre la actividad de un grupo
de neuronas definidas genéticamente y su efecto en la conducta. Este método
servirá para identificar a las poblaciones celulares implicadas en diversos
padecimientos y apoyará en la búsqueda de nuevos blancos terapéuticos. Además,
el método en sí mismo promete utilidad terapéutica; por ejemplo, el grupo de
neuronas que responde al tratamiento del Parkinson mediante estimulación
eléctrica profunda, fue recientemente identificado con estrategias
optogenéticas16. Además,
la optogenética ha servido para controlar ataques epilépticos en modelos
animales experimentales17.
Asimismo, se ha descubierto el papel primordial que juegan las neuronas
dopaminérgicas en generar conductas adictivas a la cocaína18 y otros grupos de neuronas que son
importantes para potenciar o evitar la adicción a la cocaína19.
El
control neuronal del sueño y vigilia ha podido ser manipulado a voluntad
mediante la optogenética. La activación optogenética de las neuronas llamadas
hipocretinas interrumpe el sueño de un animal profundamente dormido20. En
tanto que la inhibición optogenética de estas neuronas provoca un estado
inmediato de sueño profundo en animales que estaban despiertos al momento de
aplicar el estímulo luminoso21. Estos
hallazgos han sentado las bases para desarrollar fármacos que modulen el sueño
y para el tratamiento de transtornos del sueño, como la narcolepsia22.
El
inicio de la alimentación voluntaria depende de varios factores entre los
cuales se incluye el sabor de la comida, su valor hedónico y el estado
metabólico del sujeto23 y, aunque se han descrito péptidos y
hormonas que regulan el apetito24, los mecanismos
neurales que regulan la alimentación no han sido completamente elucidados.
Recientemente, con la ayuda de métodos optogenéticos, se pudo activar
selectivamente a un grupo de neuronas del hipotálamo en el núcleo arcuato, las
cuales co-expresan AGRP/NPY. La activación de estas neuronas por sí solas fue
suficiente para inducir un apetito voraz, incluso en animales saciados y sin
necesidad de previo entrenamiento, demostrando que una conducta compleja como
la alimentación puede ser controlada optogenéticamente. Por otra parte, la
activación de otro grupo de neuronas, que expresan POMC- localizadas en la
misma región del cerebro, reduce el apetito y produce pérdida de peso corporal
en menos de 24 horas25. Estos
resultados son muy prometedores y generan enormes expectativas en torno a
nuevos tratamientos para disminuir el sobrepeso. Sin duda, el desarrollo de la
optogenética será una pieza clave para identificar a otros grupos neuronales
que puedan disminuir el apetito e inducir pérdida de peso con la finalidad de
poder identificar nuevos y más eficientes blancos farmacológicos para el
control y tratamiento integral de la obesidad26.
Células ajenas al sistema nervioso central también pueden
ser manipuladas optogenéticamente con fines de estudio y en terapias experimentales.
Estos métodos han permitido recuperar la vista a ratones ciegos27. Por
otro lado, la función cardiaca es potencialmente controlable mediante
optogenética, de tal forma que si una arritmia ocurre, a través de un pulso de
luz azul el corazón nuevamente puede bombear sangre al ritmo de la luz9. Este
descubrimiento tiene el potencial para generar el primer marcapaso basado en la
optogenética. También se han realizado con éxito los primeros experimentos de
optogenética en primates no humanos28. Así
pues, los descubrimientos han sido numerosos en tan poco tiempo y sus
aplicaciones vastas, lo que convierte a la optogenética como una herramienta de
investigación bastante poderosa con un futuro resplandeciente en las
neurociencias.
Figura 1. El cerebro está conformado por
distintos grupos neuronales entremezclados entre sí (A) lo que ha dificultado
estudiar su funcionamiento, en respuesta a este problema, a partir del 2005 se
desarrolló una técnica llamada optogenética que nos permite el estudio de la
función de grupos neuronales definidos genéticamente sin afectar la respuesta
de otros adyacentes. El desarrollo de la optogenética comenzó con el estudio de
un canal sensible a la luz perteneciente al alga chlamydomonas reinhardtii (B)
el canal, conocido como channelrhodopsin 2 (ChR2). El ChR2 al ser estimulado
con luz azul permite el paso de iones al interior de la neurona (C), y si el
cDNA de esta opsina se introduce a las neuronas (D), comúnmente por medio de
sistemas lentivirales o adenovirales con promotores específicos, de tal forma
que sólo las neuronas que incorporaron el DNA a su genoma serán capaces de
expresar ChR2 en su soma y dendritas (E). En el panel (F) se puede ver que la
estimulación con luz azul de las neuronas que expresan ChR2 produce un
potencial de acción (ver dendritas en color blanco). Modificado de Ed Boyden
TEDtalk29.
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