La herencia neandertal.
Los humanos modernos se cruzaron con la
especie que llevaba decenas de miles de años en Europa e incorporó sus mejoras
genéticas frente a las enfermedades
Antes de la llegada de la higiene, las vacunas
o los antibióticos, el sistema defensivo de los humanos estaba sometido a una
presión despiadada. Un sistema inmune poco sólido podía resultar desbordado por
la invasión de un virus que llegó al compartir una cuchara o una bacteria
instalada en una herida. Por eso, es previsible que la variación genética
humana se haya visto fuertemente influida por la presión de los patógenos. Esta
semana, en dos artículos independientes publicados en la revista American
Journal of Human Genetics, dos grupos de investigadores que
analizaban la evolución genética de los mecanismos de defensa humanos y la
incorporación de genes de especies antiguas al linaje de los humanos modernos
anuncian que en esa guerra armamentística contra la enfermedad hubo un
encuentro que nos dio un empujón interesante. Los genes de los neandertales y
de susprimos los denisovanos con actividades
inmunitarias tienen una mayor representación en los humanos modernos que el
resto de su genoma.
En primer lugar, un grupo de investigadores liderado por Lluis
Quintana-Murci, del Instituto Pasteur y del CNRS en París (Francia),
utilizó información obtenida del proyecto de los 1.000 genomas para, después de
analizar 1.500 genes relacionados con la respuesta inmunitaria innata de los
humanos, determinar que los genes relacionados con este sistema defensivo se
ven sometidos a una mayor presión selectiva que el resto. Después, descubrieron
que una serie de genes responsables de la respuesta frente al ataque de
bacterias mediante receptores en las paredes de las células tienen un mayor
peso de herencia neandertal que en genes asociados a otras funciones.
El grupo de
Quintana-Murci también observó las presiones del entorno a las que se vieron
sometidos nuestros ancestros a través de las variaciones de sus genes
inmunitarios. Frente a algunos que permanecieron sin cambios a lo largo de
mucho tiempo, otros debieron transformarse rápidamente para responder a grandes
amenazas, como la llegada de un patógeno capaz de desencadenar una epidemia. En
este análisis temporal, los autores del primer estudio concluyen que la mayor
parte de las adaptaciones que han conducido a nuestro sistema inmune se
produjeron entre hace 13.000 y 6.000 años, cuando los humanos abandonaron su
estilo de vida de cazadores y recolectores nómadas para adoptar la agricultura
y la ganadería y comenzar a vivir en asentamientos permanentes.
En un segundo estudio independiente publicado en la misma
revista, Janet Kelso, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en
Leipzig, Alemania, a partir del estudio de la influencia de ADN arcaico en
humanos modernos, analiza tres genes responsables de la respuesta inmune innata
y concluye que los cruces entre humanos modernos, neandertales y denisovanos
tuvo una importante influencia. La explicación de Kelso para justificar la
relevancia neandertal en la construcción del sistema inmune humano consiste en
que ellos llegaron antes y habían tenido más tiempo para evolucionar frente a
muchas de las amenazas que luego debieron afrontar los Homo
sapiens. “Los neandertales vivían en Europa y Asia Occidental desde
hacía más de 200.000 años y, probablemente, estaban bien adaptados al entorno y
los patógenos locales”, afirman. La incorporación de estas variantes genéticas
neandertales, por tanto, debió proporcionar una importante ventaja para la
supervivencia a los sapiens que las mantuvieron en su acervo con más frecuencia
que con otros genes de la extinta especie.
En el estudio de las variantes antiguas de
los genes TLR, Kelso observó que estas proporcionaban una ventaja a los humanos
que las incorporaban, gracias a su mayor capacidad para rechazar patógenos en
la superficie de sus células. Sin embargo, no todo lo que nos transmitieron los
neandertales fue positivo. Además de ser más sensibles a la infección, las
personas con estas variantes genéticas, también estarían más expuestas a las
alergias.
El
País
@RdzgCarlos
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