El mito del colesterol
Hasta finales del siglo pasado se recomendaba limitar el consumo
de huevos, por su alto contenido en colesterol, como una medida de prevención
cardiovascular. En 1973, la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association, en
inglés) recomendó limitar la ingesta de huevos a un máximo de tres por semana.
Esta idea fue aceptada durante años por los responsables sanitarios, quienes a
su vez la transmitieron a la población general.
Sin embargo, el efecto que el colesterol dietético (el ingerido a
través de los alimentos) ejerce sobre los niveles de colesterol plasmático (el
presente en la sangre) en personas sanas es mínimo y depende en gran medida de
factores individuales como la genética, el peso corporal o los hábitos de vida
(actividad física y tabaquismo).
Los principales responsables dietéticos del aumento de los niveles
de colesterol en sangre (y en particular del colesterol perjudicial, el LDL)
son las grasas saturadas y las parcialmente hidrogenadas (también llamados
ácidos grasos trans). Por ello, restringir el consumo de este tipo de grasas es
más beneficioso para el perfil lipídico del plasma sanguíneo que reducir el
colesterol de la dieta. Aunque la mayor parte de los alimentos ricos en
colesterol suelen ser también ricos en grasas saturadas, el huevo no lo es. Un
huevo de tamaño medio contiene unos 200 mg de colesterol, pero tiene más grasas
insaturadas que saturadas y solo 70 calorías. Debido a su contenido en
fosfolípidos, que interfieren en su absorción, este colesterol tiene muy poco
efecto sobre el colesterol en sangre.
La falsa creencia de que la ingesta de huevos podría aumentar el
riesgo cardiovascular a través de su efecto sobre los niveles de colesterol
plasmático, aún no universalmente desterrada, no tiene ningún soporte
científico tras los resultados de numerosos estudios que, sin excepción, han
demostrado de forma concluyente que la ingesta de un huevo al día no resulta
perjudicial para el perfil lipídico sanguíneo ni aumenta el riesgo de sufrir
una enfermedad cardiovascular. Dos metaanálisis realizados sobre los resultados
de 166 estudios clínicos así lo muestran.
Las evidencias de que la ingesta moderada de huevos no incrementa
el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares han inducido a las
principales sociedades científicas a modificar sus recomendaciones dietéticas
en relación al huevo. Así, la Asociación Americana del Corazón, ya en su
revisión del año 2000 declara que «el colesterol procedente de los huevos no
supone un riesgo añadido para padecer enfermedades cardiovasculares,
permitiendo recomendar la toma de un huevo al día, en lugar de la recomendación
previa, de hasta tres huevos a la semana».
Por otra parte, los estudios epidemiológicos que han evaluado
directamente la influencia de la ingesta de huevos en la enfermedad
cardiovascular no han encontrado que exista ninguna asociación entre ambas. Así
lo muestran el «Physicians’ Health Study», que
incluyó a más de 21 000 participantes concluyendo que «el consumo de huevos fue
favorable respecto a la mortalidad cardiovascular frente a los que solo los
comían ocasionalmente, especialmente en lo que a pacientes diabéticos se
refiere» y el«Nurses’ Health Study»,
que tras realizar un seguimiento a 88 757 mujeres durante 16 años concluyó que
«no existe relación entre el consumo de huevos y la incidencia de enfermedad
coronaria, existiendo el mismo riesgo si se toma un huevo a la semana o un
huevo al día». Una revisión reciente de estudios sobre factores de la dieta y
enfermedad cardiovascular confirma nuevamente estas observaciones, al no poder
demostrar una relación causal entre la ingesta de huevos y la enfermedad
coronaria.
Estas y otras evidencias científicas similares nos permiten
desterrar de forma definitiva el infundado mito de que la ingesta moderada de
huevos aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
El cambio de enfoque de la Asociación Americana
del Corazón forma parte de una tendencia más amplia a la hora de plantear las
recomendaciones nutricionales y alimentarias: se ha pasado de poner el foco de
atención en limitar o promover la ingesta de determinados nutrientes o
alimentos a contemplar la dieta globalmente.
Así, puede constatarse que existen patrones dietéticos asociados a
una excelente salud cardiovascular con un alto consumo de huevos, como sucede
en Japón. La adquisición de un patrón dietético saludable, como el
mediterráneo, conlleva el predominio en la dieta de alimentos considerados más
saludables y la presencia marginal de aquellos que, consumidos en exceso,
pueden considerarse menos saludables o incluso perniciosos para la salud. La
ingesta de huevo no solo no parece incrementar el riesgo cardiovascular, sino
que aumenta significativamente los niveles de luteína y zeaxantina en sangre,
dos carotenoides que podrían impactar positivamente en el desarrollo de la
arteriosclerosis. Además, el huevo es una fuente rica en proteínas de alto
valor biológico, esenciales para configurar una dieta sana. Por tanto, y en el
marco del patrón de alimentación saludable conocido como Dieta Mediterránea, la
ingesta de huevos también puede contribuir a la prevención de la enfermedad
cardiovascular, tanto por su aporte nutricional como por sustituir a otros
alimentos con mayor contenido en grasas saturadas e hidrogenadas que provocan
un aumento del riesgo cardiovascular.
Múltiples estudios publicados en los últimos años
confirman que a pesar de su contenido en colesterol (unos 200mg/unidad) el consumo
de huevos no eleva el riesgo cardiovascular en personas sanas, puesto que
aporta fosfolípidos y grasas insaturadas en su composición, junto a algunas
vitaminas y antioxidantes que favorecen la prevención de la arterioesclerosis.
Según las más recientes recomendaciones, el consumo de hasta un huevo por día
no supone factor de riesgo alguno en personas sanas con una dieta variada y un
estilo de vida saludable.
En caso de alteraciones metabólicas, siga el consejo de su
médico.
huevo.org.es
Este blog está protegido con una licencia Creative Commons International 4
@RdzgCarlos
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